sábado, octubre 6

Edgar allan poe...Cuentos para descargar


Edgar Allan Poe... Tengo sueños extraños con el por las noches... a veces en el dia, tambien sueño cosas extrañas...
Decidi entonces publicar algo de Poe para los que gustan de la lectura de sus cuentos y este poema (el cuervo) es todo un clásico... los cuentos estan mas abajo para que los descarguen!

En fin... Aqui...

El cuervo

Una fosca media noche, cuando en tristes reflexiones,
sobre más de un raro infolio de olvidados cronicones
inclinaba soñoliento la cabeza, de repente
a mi puerta oí llamar;
como si alguien, suavemente, se pusiese con incierta
mano tímida a tocar:
"¡Es - me dije - una visita que llamando está a mi puerta:

eso es todo y nada más!".
¡Ah! Bien claro lo recuerdo: era el crudo mes del hielo,
y su espectro cada brasa moribunda enviaba al suelo.

Cuan ansioso el nuevo día deseaba, en la lectura

procurando en vano hallar
tregua a la honda desventura de la muerta Leonora;
la radiante, la sin par
virgen rara a quien Leonora los querubes llaman, ahora
ya sin nombre... ¡nunca más!
Y el crujido triste, incierto, de las rojas colgaduras
me aterraba, me llenaba de fantásticas pavuras,
de tal modo que el latido de mi pecho palpitante

procurando dominar,

"¡Es, sin duda, un visitante-repetía con instancia-
que a mi alcoba quiere entrar:
un tardío visitante a las puertas de mi estancia...,
eso es todo, y nada más!"
. Poco a poco, fuerza y bríos fue mi espíritu cobrando:
"Caballero, dije, o dama: mil perdones os demando;
mas, el caso es que dormía, y con tanta gentileza
me vinistéis a llamar,
y con tal delicadeza y tan tímida constancia
os pusistéis a tocar,
que no oí"
, dije, y las puertas abrí al punto de mi estancia:
¡sombras sólo y... nada más!
Mudo, trémulo, en la sombra por mirar haciendo empeños,
quedé allí-cual antes nadie los soñó-forjando sueños;

más profundo era el silencio, y la calma no acusaba

ruido alguno..., resonar

sólo un nombre se escuchaba que en voz baja a aquella hora

yo me puse a murmurar,

y que el eco repetía como un soplo: ¡Leonora...!

Esto apenas, ¡nada más!
A mi alcoba retornando con el alma en turbulencia,
Pronto oí llamar de nuevo, esta vez con más violencia:

"De seguro-dije-es algo que se posa en mi persiana,

pues, veamos de encontrar

la razón abierta y llana de este caso raro y serio,

y el enigma averiguar:

¡Corazón, calma un instante, y aclaremos el misterio...:

es el viento, y nada más!".
La ventana abrí, y con rítmico aleteo y garbo extraño,
Entró un cuervo majestuoso de la sacra edad de antaño.

Sin pararse ni un instante ni señales dar de susto,

con aspecto señorial,

fue a posarse sobre un busto de Minerva que ornamenta

de mi puerta el cabezal;

sobre el busto que de Pallas representa

fue y posóse, y ¡nada más!

Trocó entonces el negro pájaro en sonrisas mi tristeza

con su grave, torva y seria, decorosa gentileza;
y le dije: "Aunque la cresta calva llevas, de seguro
no eres cuervo nocturnal,
¡viejo, infausto cuervo oscuro vagabundo en la tiniebla...!
Dime, ¿cuál tu nombre, cuál,
En el reino plutoniano de la noche y de la niebla...?

Dijo el cuervo:
"¡Nunca más!". Asombrado quedé oyendo así hablar al avechucho,
si bien su árida respuesta no expresaba poco o mucho;
pues preciso es convengamos en que nunca hubo criatura

que lograse contemplar

ave alguna en la moldura de su puerta encaramada,

ave o bruto reposar

sobre efigie en la cornisa de su puerta cincelada,

con tal nombre: "Nunca más".
Mas el cuervo fijo, inmóvil, en la grave efigie aquélla,
sólo dijo esa palabra, cual si su alma fuese en ella

vinculada, ni una pluma sacudía, ni un acento

se le oía pronunciar...

Dije entonces al momento:
"Ya otros antes se han marchado,
y la aurora al despuntar,
él también se irá volando cual mis sueños han volado".
Dijo el cuervo: "¡Nunca más!". Por respuesta tan abrupta como justa sorprendido,
"
no hay ya duda alguna -dije-, lo que dice es aprendido;
aprendido de algún amo desdichoso a quien la suerte
persiguiera sin cesar,

persiguiera hasta la muerte, hasta el punto de, en su duelo,

sus canciones terminar

y el clamor de su esperanza con el triste ritornelo

de:
¡Jamás, y nunca más!". Mas el cuervo provocando mi alma triste a la sonrisa,
mi sillón rodé hasta el frente de ave y busto y de cornisa;
luego, hundiéndome en la seda, fantasía y fantasía
dime entonces a juntar,
por saber que pretendía aquel pájaro ominoso

de un pasado inmemorial,
aquel hosco, torvo, infausto, cuervo lúgubre y odioso

al graznar:
"¡Nunca jamás!". Quedé aquesto investigando frente al cuervo, en honda calma,
cuyos ojos encendidos me abrasaban pecho y alma.

Esto y más-sobre cojines reclinado-con anhelo
me empeñaba en descifrar,
sobre el rojo terciopelo do imprimía viva huella

luminosa mi fanal,
terciopelo cuya púrpura ¡ay! Jamás volverá élla
a oprimir, ¡ah, nunca más!
Parecióme el aire, entonces, por incógnito incensario
que un querube columpiase de mi alcoba en el santuario,
perfumado. "¡Miserable ser-me dije-Dios te ha oído,
y por medio angelical,
tregua, tregua y el olvido del recuerdo de Leonora

te ha venido hoy a brindar:
bebe, bebe ese nepente, y así todo olvida ahora!".
Dijo el cuervo: "Nunca más".
¡Oh, Profeta -dije- o duende!, mas profeta al fin, ya seas
ave o diablo, ya te envía la tormenta, ya te veas
por los ábregos barrido a esta playa, desolado

pero intrépido, a este hogar

por los males devastado, dime, dime, te lo imploro.
¿Llegaré jamas a hallar
algún bálsamo o consuelo para el mal que triste lloro?.
Dijo el cuervo:
"¡Nunca más!". "¡Oh, Profeta -dije- o diablo! Por ese ancho, combo velo
de zafir que nos cobija, por el sumo Dios del cielo

a quien ambos adoramos, dile a esta alma dolorida,

presa infausta del pesar,
si jamás en otra vida la doncella arrobadora
a mi seno he de estrechar,
la alma virgen a quien llaman los arcángeles Leonora...".

Dijo el cuervo:
"¡Nunca más!". "¡Esa voz, oh cuervo, sea la señal de la partida
-grité alzándome-, retorna, vuelve a tu hórrida guarida,
la plutónica ribera de la noche y de la bruma...!

¡De tu horrenda falsedad

en memoria, ni una pluma dejes, negra! ¡El busto deja!
¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho! ¡De mi umbral tu forma aleja...!".

Dijo el cuervo:
"¡Nunca más!". ¡Y aun el cuervo inmóvil!, fijo, sigue fijo en la escultura,
sobre el busto que ornamenta de mi puerta la moldura....
y sus ojos son los ojos de un demonio que, durmiendo,
las visiones ve del mal;

y la luz sobre él cayendo, sobre el suelo flota..., nunca
se alzará..., nunca jamás!

Versión de Juan Antonio Pérez Bonalde


http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/6/62/Paul_Gustave_Dore_Raven1.jpg/180px-Paul_Gustave_Dore_Raven1.jpg

No se puede mostrar la imagen “http://www.lib.udel.edu/ud/spec/exhibits/text/raven58.jpg” porque contiene errores.

(Ilustraciónes Gustave Doré, 1853)

Algunos cuentos para descargar

El barril de amontillado

tamaño: 36 kb
título original: The Cask of Amontillado
Año: 1846 (escrito poco antes de su declive definitivo)

El entierro prematuro

tamaño: 17 kb
Titulo original: The premature Burial
Año: 1850 (publicado despues de su muerte)

Los hechos en el caso de M. Valdemar

Tamaño: 48 kb
Titulo original: The Facts in the Case of M. Valdemar
Año: 1845 (año de publicación del poema "the raven")

La mascara de la muerte roja

Tamaño: 36 kb
Titulo original: The Masque of the Red Death
Año: 1842

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